De cuando se confirma que las cuevas del borde costero dan más alegrías a los espeleólogos que los campamentos de altura, pero los estetas siguen prefiriendo las alturas…
Dos días antes, un primer intento de llegar a la Cueva de la Punta Blanca se saldaba con un retorno anticipado debido a un violento oleaje en el Barros Luco combinado con un viento de cara que amenazaba con hacer volcar el bote neumático.
El 9 de febrero, Natalia, Jean-Marc, Philippe, Michel y Serge vuelven a probar suerte, acompañados por un segundo bote de seguridad con Laurent, Laurence y Denis a bordo. Suerte, porque el motor vuelve a perder potencia a los pocos minutos de navegación en un mar agitado. Se cambian de zodiac y, con un motor de 50CV que funciona perfectamente, las cosas cambian. Equipados con trajes rusos estancos, pueden afrontar los golpes de agua y alcanzar, por fin, salados y yodados a más no poder, la tranquila bahía de la Punta Blanca…
Su objetivo es seguir explorando la cueva de la Gatera donde, a principios de febrero, Arnauld y Sylvain habían conseguido conectar con los sifones de la resurgencia Hongo. El equipo llega rápidamente al punto final de la exploración anterior. Es una galería que comunica, a ambos lados, con uno de los sifones explorados por los buzos cuando ingresaron desde la costa.
Por todas partes hay galerías que salen, así que el equipo se separa: Michel y Philippe levantarán la topografía del nuevo sistema a la vez que tendrán la suerte de hacer cien metros de primera. Jean-Marc localiza el inicio de una galería que llega 2 metros más arriba y, seguido de Natalia y Serge, siguen explorando un laberinto de conductos. Hay accesos por todas partes, amplios, que suben y bajan. De pronto dan con un trozo de cartón retro reflectante blanco marcado con el número 56. ¡Se trata del punto de topo 56 de la gran cavidad vecina de Punta Blanca! ¡Por túneles fósiles confirman, por su lado, la conexión que los buzos habían realizado el 2 de febrero por el sifón! En la oscuridad, saborean ese raro e intenso momento…
Pero la exploración no acaba ahí. Los topógrafos siguen sin aparecer, así que el trío explora la galería en la que Jean-Marc había echado un vistazo. Tras superar dos marmitas de agua, descubren un río que fluye en cascada hacia un nuevo sifón, dentro del cual identifican el hilo guía de los buzos… Sigue por galerías que son conductos secos impresionantes donde descubren un nuevo punto topo. ¡Segunda conexión con la Punta Blanca!
Con sus más de 3,5 km, el sistema Punta Blanca/Gatera/Hongo se convierte en el sistema con el mayor desarrollo de Madre de Dios.
Dos de los buzos de febrero, Mowgli y Jérémie, acompañados por Mehdi y los investigadores chilenos Nicolás, Jaime y Catherine, deciden dedicarse al sector de la Petite Chinoise. Es la única resurgencia buceada en este seno, adonde da también el Sistema de la Tres Entradas Más Una. Se remontan tres cursos de agua sin llegar a ninguna resurgencia o cavidad. Unas proceden de la confluencia de la circulación sobre la arenisca o de cascadas que salen más arriba. Las otras están muy escondidas en los derrumbes.
El equipo de cine, Gilles, Yanick y Christian, dedica todo un día a filmar la parte de botánica con Richard y Pedro en calidad de artista invitado, acompañados por Jaime y Jean-François Pernette. El objetivo es el famoso bosque encantado que tanto había fascinado a Jean-François y Richard en 2017. Se trata de la franja de bosque que se atraviesa de camino al campamento Sumidero y que se sitúa en profundas fallas de caliza en la zona de contacto con la arenisca. Las grandes hayas inclinadas, con sus troncos cuyo perímetro llega triplicarse o incluso cuadruplicarse por los musgos y líquenes, componen un paisaje extraño, misterioso, que amortigua los sonidos. Todo está mojado. El cuerpo se empapa al menor contacto con esta vegetación. El pie avanza con la incerteza de si el apoyo aguantará porque, además, no hay nada sólido en este lugar. En el mejor de los casos, se encuentra una espesa y blanda capa de musgo; en el peor, un agujero que se abre de repente en la fisura de algunas raíces aéreas.
Pedro nos señala, en ese momento, que lo que nosotros creemos que son musgos, en realidad, son hepáticas. En resumen, las plantas se clasifican en tres familias: briofitas (musgos, hepáticas, antocerotes), helechos y plantas de semillas!
Algunas aves temerarias, en absoluto peligrosas, se acercan piando al lugar donde se encuentran los intrusos. Jaime, el veterinario naturalista del equipo, ha encontrado algo. Dos ojos lo observan desde una rama de Nothofagus muerto. Unos ojos negros con una línea dorada alrededor. Es una lechuza, que se quedará en esa posición por casi 30 minutos mirando cómo estos humanos invaden de forma pacífica su pequeño paraíso. Un encuentro inolvidable…
El pronóstico anuncia “buen tiempo” para el 11 de febrero. Para aprovechar, los equipos se ponen en marcha hacia los campamentos de altura. Ha llegado la hora de saber la verdad: ¿se van a conseguir resultados en los campamentos de altura?
Philippe, Michel, Denis, Carlos, Jérémie y Pilar suben al campamento "Altitud 3", escondido en una falla situada sobre la cueva de las Tres Entradas, mientras que Jean-Marc, Lionel, Yannick, Mehdi, Katia y Natalia se dirigen hacia el campamento Sumidero 2 con el objetivo de explorar diversas cavidades marcadas en el GPS por los equipos anteriores y desmontar el campamento si no hay nada que valga la pena. El campamento estaba tan bien escondido en un claro de bosque que pasaron una hora buscándolo, ya que el punto GPS daba error…
Si, como Natalia, trepas al Sumidero 2 con el único objetivo de disfrutar de un paisaje extraordinario, se puede considerar que la misión es todo un éxito.
El parte meteorológico se cumple. En estas latitudes, hasta donde alcanza la vista, se descubre un océano de rocas impetuoso, solidificado en un aparente desorden. Se ven los macizos de caliza, compuestos por prominentes acantilados y mesas de lapiaz atravesadas por amplias fallas donde crecen bosques al resguardo del viento. Producto de la elevación de los Andes, también aparecen macizos de una roca más oscura, con formas redondeadas por los hielos de otrora. Son las areniscas. En el horizonte, una línea de altas cumbres delimita el borde norte del canal Trinidad, que se adivina por algunas escotaduras. Esta amalgama rocosa está salpicada de zonas de un denso bosque magallánico que parece impenetrable.
"Es una lección de humildad”, suspira Natalia, “realmente, uno se siente minúsculo… Es magnifico y, a la vez, deprimente, porque está claro que hará falta volver a organizar una expedición que incursione por el lado del Trinidad para poder alcanzar estos macizos, aún vírgenes, y el gran lago”.
El equipo se convence rápidamente de que el potencial espeleológico evidente, en la zona aledaña al Sumidero 2, ya está más que visto. Como anécdotas del cuarto equipo que sube a esta zona: un champiñón (uno de verdad) descubierto por Natalia en un rincón del bosque; y Katia, que, aprovechando el buen tiempo para secar la ropa, se da un chapuzón de algunos segundos en el pequeño lago…
Como llegan temprano al campamento, se dan el lujo de tomar el aperitivo en la terraza y, al calor de una pequeña fogata, disfrutar de este apacible atardecer…
Muy distinto es el resultado en el campamento Altitud 3, montado sobre un espléndido lapiaz, cuyas formas de erosión llega a sorprender incluso a los más impasibles del grupo.
Su primer objetivo es la cueva Paraíso Ducha (ex Cueva Caliza), situado a 150 metros a vista de pájaro del campamento. Esta “sima de caliza”, que se empezó a explorar con el equipo anterior, es una gran falla que limita el lapiaz y que presenta ciertos indicios que hacen suponer que puede descender profundo.
El Paraíso Ducha es una serie de tres pozos sucesivos que llevan a Pilar y Jérémie, que instalan, seguidos de Michel y Mehdi, que topografían, a la cota - 100 m. Termina con un pinzamiento del pozo, colmatado por bloques. Pero, de subida, descubren una ventana que da ciertas esperanzas de que haya un pozo paralelo… Pero habrá que dejarlo para el día siguiente.
El buen tiempo tiene como consecuencia un hecho paradójico: las fuentes situadas sobre el lapiaz están secas… En Patagonia, en este lugar donde caen 10 metros de agua al año, ¡pasan sed!
Las primeras y las brillantes conexiones del 9 de febrero no se llegaron a topografiar por completo el mismo 9 de febrero. Serge, Laurence y Laurent dedican varias horas a levantar el mapa de estas complejas y enredadas galerías. Para divertirse, realizan una sesión de fotos. La topografía les permite localizar varias continuaciones laterales que habrá que volver a explorar al día siguiente. El pozo más bello queda bautizado como el “pozo de los Indios” por las marcas de arcilla que decoran sus rostros. Un pozo de 4 m da a la parte superior de un conducto seco por donde circula una violenta corriente de aire… Lo que da alas para seguir soñando con más primeras…
Estas seis horas y media bajo tierra terminan en la boca de entrada con una sesión de ensoñación ante un Barros Luco transformado por el buen tiempo, con digresiones de porqué regresan, una y otra vez, a Patagonia. La respuesta brilla ante sus ojos: es la estética de un mundo salvaje, protegido del mundo moderno, que se muestra en la rudeza de los primeros tiempos de la humanidad.
Es el día ideal para filmar los sitios arqueológicos descubiertos el 2006 en el Barros Luco por Franck, Bernard y Luc-Henri. De hecho, se encuentran separados del campamento base por el brazo principal del Barros Luco, que recibe directamente el oleaje del Pacífico. El Bombard navega por mar calma. A bordo van Didier, nuestro arqueólogo, el equipo de cine (Gilles, Yanick, Christian, Luc-Henri), los dos jóvenes chilenos, Catherine y Pedro (en busca perpetua de nuevas muestras) y Bernard al timón. En la isla Ramón realizamos un reconocimiento de una escotadura profunda, que bien podría haber servido de abrigo a los Nómadas del Mar, pero solo encuentran un grupo de delfines juguetones que se han acercado al bote para hacer sus cabriolas…
La visita empieza por a la cueva arqueológica n° 3 del Barros Luco, un abrigo rocoso triangular abierto en la pared de roca esquistosa. En la base de una pendiente de 45°, alguien ha acondicionado dos superficies planas. En la primera hay algunos huesos de lobo de mar, vértebras y costillas. La segunda presenta un muro bajo para contrarrestar la pendiente. Didier realiza algunas observaciones, como una cobertura fotográfica para producir una fotogrametría 3D que entregaremos al Ministerio de Bienes Nacionales con nuestras observaciones.
La segunda etapa sigue con la cueva-sepultura n° 1 del Barros Luco, situada justo frente a la anterior, pero en la isla Madre de Dios. Es una pequeña cueva en una franja de caliza, donde restos de acondicionamiento de bloques han despejado una superficie de unos 4 m2 en los que se aprecia una gran variedad de restos de alimentos (principalmente, mejillones y lapas, aunque también hay un cráneo de nutria) y de huesos humanos. Hay dos cráneos aprisionados bajo bloques con huesos largos que parecen haber sido dispuestos expresamente, lo que reforzaría la hipótesis de una sepultura secundaria o reducción de restos. Tras la muerte de los individuos, los huesos se reacomodan en un rincón del abrigo para protegerlos de los animales. Didier vuelve a levantar un plano general que se complementará con la fotogrametría.
El día finaliza con la vuelta completa a la isla Ramón en Bombard y un alto en una playa donde, hace dos años, se encontró una ballena varada en descomposición. Dos años más tarde, los buitres u otras aves carroñeras han hecho su trabajo y los huesos de ballena, un poco diseminados por los temporales, componen una extraña escultura cubierta de musgo.
A partir del día siguiente, el mal tiempo empieza a hacer acto de presencia. Se espera que, dentro de algunos días, sobre la isla se abata un gran temporal. El equipo Sumidero 2 regresa bien cargado después de desmontar el campamento… Lionel carga 37 kg… Las rodillas sufren de lo lindo con los seis kilómetros de camino y el desnivel acumulado.
En Punta Blanca, Serge, Laurent y Laurence están impacientes por descender el pozo de los Indios…
Bernard y Didier se les unen, lo que permitirá hacer dos equipos, algo nada redundante en vista de la gran cantidad de posibles puntos de continuación que quedan por explorar. Serge instala el pozo de los Indios y Bernard, otro pozo cercano. "¡Veo tu lámpara!", le grita Serge a Bernard, que ya ha llegado a la base de su pozo, que conecta con la base del pozo de los Indios. “Veo un punto de topo”, responde Bernard. ¡No es una primera! ¡Gran decepción! Más abajo, hay una galería que desciende hacia un sifón con un trozo de hilo guía arrancado. Como suele suceder con los sistemas inundados situados cerca de una resurgencia, esta cueva es un verdadero entrelazado de galerías que se entrecruzan, se separan, se juntan en anastomosis… y también comunican con las zonas ya conocidas. Decididamente, esta cueva no termina nunca…
Denis y Pilar se dirigen al Paraíso Ducha para echar un ojo a esa prometedora ventana. ¡Bingo! El pozo sigue y hay más pozos a continuación. Por desgracia, en la cota -150m, todos los sistemas paralelos acaban en derrumbes que colmatan la base de los pozos. Es la cavidad más profunda explorada hasta el momento.
Por su lado, Michel, Jérémie y Philippe ponen rumbo a la sima Urinario, situada justo al lado del campamento y sobre cuya toponimia huelga decir nada más. Por suerte, la lluvia ha limpiado el lugar. Termina a -35m de profundidad en un gran cono de derrumbe de 10 x 4 m que bloquea la continuación.
Queda pendiente un pozo con una profundidad estimada de 60 metros, pero eso será para los próximos ocupantes del campamento, ya que al día siguiente descenderán bajo la tormenta que ya ha comenzado.
Llueve. El lector puede estar seguro que si escribimos “día lluvioso” en el cuaderno de bitácora es porque llueve de verdad. En Patagonia no se habla por hablar. Para los próximos dos días, se anuncian ráfagas de viento de 110 km/h, así que preparamos el campamento, se quema la basura, se corta y entra la leña, actualizamos los inventarios, cuaderno de bitácora y topografías, se seleccionan las fotos para copiarlas en el servidor Ethernet de la cabaña. ¡Sí, tenemos una red Ethernet! E incluso internet gracias a la estación satelital Marlink. A veces, la cabaña parece una oficina, salvo por la vista que tenemos desde la ventana de la cocina sobre el Barros Luco, siempre bello con lluvia, tormenta o sol.
En el campamento Altitud 3, tras una última sesión de topografía, la cueva Paraíso Ducha se desinstala. Por la tarde, mientras que en la cabaña estamos a punto de sentarnos a la mesa, desembarca un equipo de zombis empapados, sonrientes, felices.
Hace varios días que Bernard ha decidido limitar el consumo de combustible todo lo posible. Si queremos poder usar los Bombards o el generador en el campamento base hasta el 25 de febrero (fecha estimada para la llegada de las embarcaciones que nos vendrán a buscar), hay que respetar estas restricciones. Por ello, Bernard ha revisado sus planes: se tendrá que abandonar el sector Punta Blanca antes de lo previsto y privilegiar los sectores más cercanos. Uno de ellos es, precisamente, un lugar que queda muy cerca del campamento base, el Gran Circo, donde en 2017 Richard y Jean-François Pernette había iniciado el asalto de la caliza. Tuvieron que dar media vuelta a falta de cuerdas. En días de mal tiempo, el Gran Circo es un objetivo doblemente interesante, porque es accesible desde el campamento base tras una breve navegación al abrigo de los fuertes vientos.
Este 14 de febrero, Richard, Jean-François, Lionel y Luc-Henri se dirigen a ese punto. En el Bombard no cabe ni un alfiler de lo cargado que va, pero es que hay que optimizar el combustible. En una caleta que queda de camino, desembarcan Mehdi, Jérémie y Didier, quienes intentarán otro itinerario por el este, y el equipo chileno filmado por Christian, que ha cambiado su micrófono por una GoPro. Catherine, Pedro y Nicolás se supone deben sacar muestras para sus respectivos proyectos de investigación en la parte inferior del Gran Circo.
Es un lugar increíble. En 2008 ya pescamos peces de agua dulce en los ríos. El biólogo de entonces, Marc Pouilly, encontró especies nuevas. Se trata de lo que los karstólogos llaman una “reculée”, una profunda zona en la que la masa rocosa ha ido retrocediendo, rodeada de altos acantilados al oeste y al norte y por arenisca al sur. El contacto entre las dos rocas se sitúa en una inclinada rampa de 45° por la que se trepa hasta los 330 m de altura. Richard la contempla con glotonería: es por ahí por donde espera poder llegar hasta el karst de altura…
El acceso es delicado. La pendiente es un derrumbe gigante e inestable. Las rocas se deslizan bajo sus pies. No hay que desestabilizar ninguna roca si hay compañeros pasando por debajo. Dos horas más tarde… ¡misión cumplida! Llegan a una especie de collado y una depresión ocupada por un pequeño lago. Desde ahí se tiene vista directa al lapiaz.
Para terminar, Lionel se da el lujo de descender en primera un sumidero, mientras que los rayaditos, que no se dejan intimidar, pian revoloteando alrededor de los intrusos…
Jérémie, Didier y Mehdi, tras bajar del bote en la caleta anterior, empiezan a subir la pendiente en modo "azimut jabalí" (expresión usada por nuestro querido amigo José) hacia un itinerario alternativo para llegar a la caliza. Al llegar al primer collado, se rinden a la evidencia: es simplemente imposible. Intentan llegar a una gran dolina de colapso que ven desde arriba, pero la difícil progresión por el bosque primario se opone a sus esfuerzos. Finalmente, no les queda otra que dar media vuelta.
Con el acceso al Gran Circo abierto, en reunión se decide que se instalará un campamento en cuanto pase el temporal, es decir, a partir del lunes. Natalia, Katia, Jaime, Nicolás y Denis realizan un primer porteo el mismo viernes, entre dos rachas de viento y tres diluvios. Como el camino de acceso está balizado y se han instalado cuerdas fijas en los puntos con mayor pendiente, ahora el camino es una especie de parque de aventuras... Cerca del collado se dejan cinco petates con tiendas, toldos, comida para tres días y seis personas, además de 150 m de cuerdas de espéleo, anclajes y material de espitar. En algunos días, finalmente, se iniciará la exploración de este karst de altura.
Es ahora o nunca. En exactamente 10 días, estarán llegando las tres lanchas de pesca al campamento base para iniciar la carga de todos nuestros bártulos y, seguidamente, iniciar el camino de regreso...
En el camino de regreso, el equipo se sube a su Bombard, pero el sistema de elevación asistida del motor fuera de borda se ha roto y el motor permanece en el aire a pesar de los esfuerzos de Denis… La conexión por radio con el campamento base no funciona. Intentan avanzar a remo, pero el viento los desvía. Natalia y Katia se adentran en el bosque para ganar altura y probar conectarse por radio con el campamento base. Nada. Ya se veían durmiendo en el lugar... Intentan encender un fuego, pero todo está completamente mojado…
Finalmente, milagro, ¡alguien responde a la radio! Una hora más tarde llega al rescate un Bombard que lleva a todo el mundo al campamento base...
Lionel y Mehdi son el equipo que terminará la exploración de la cueva Gatera, donde quedan algunas ventanas pendientes antes de desinstalar. Por otro lado, Yanick, Bertrand, Laurence, Sergio, Laurent y Bernard también se unen al grupo para grabar algunas secuencias de la película en la Punta Blanca. Cuando parten, la tormenta ya está instalándose y la navegación es particularmente movida. Hoy, Punta Blanca está en crecida, el nivel de varios sifones ha subido algunos metros, la corriente de aire es especialmente fuerte, un caos. Hacia las 21:30h el equipo está de vuelta. Este es el final de Punta Blanca para este año…
En las próximas horas, el temporal está completamente desatado y se abate sobre la cabaña, que vibra y tiembla, pero no se rompe. ¡Tremenda cabaña!