A menudo pasa que los grandes descubrimientos se hacen los últimos días de una expedición y que hay que interrumpir la exploración de las cavidades que continúan por falta de tiempo. Pero, por otro lado, ese es el aliciente para montar una nueva expedición y acabar el trabajo.
El hecho es que este 26 de febrero, mientras que en el campamento base se trajina y los participantes se dedican a lavar, secar y acondicionar el material que regresa a Francia, los resultados de todas las exploraciones recientes permiten, por fin, dejar entrever que, tras la compleja geología de la parte norte de Madre de Dios, podrían esconderse grandes sistemas subterráneos.
El 16 de febrero, animados por Bernard, quien anuncia un pronóstico del tiempo compatible con los campamentos de altura, son dos los equipos que ponen rumbo a las altas cotas, con pesadas mochilas a la espalda, rebosantes de optimismo y de complementos alimentarios clandestinos, tanto bebestibles como comibles.
Como de costumbre, se parte a primera hora de la tarde, por aquello de esperar la lluvia torrencial que hace que la salida sea más épica… Y es que, si ya nos vamos a mojar en altura, ¿por qué no empezar con la lluvia?
El primer objetivo es prospectar y explorar la mayor cantidad posible de cavidades en las cotas superiores del Gran Circo y de dejar instalado para que otro equipo tome el relevo el 23 de febrero.
El segundo equipo se pone de camino para vivir la tercera temporada del campamento Altitud 3. Está previsto que ambos equipos regresen el 21 de febrero.
La noche del 16 al 17 de febrero causa estragos en ambos campamentos. Por la mañana, un tiempo abominable asola Madre de Dios. Ráfagas de viento de 90 a 100km/h han arrancado las lonas en el campamento Altitud… En el Gran Circo, en una de las dos tiendas se produce una crecida interna. Lluvia, viento, granizo, nieve…
Natalia, Mehdi, Yannick, Philippe, Didier, Pedro, que habían llegado el 16 de febrero por tarde al campamento, constatan que las lonas no han resistido el temporal. Se forman dos equipos para abordar objetivos distintos: Natalia, Philippe y Pedro salen a prospectar cerca del collado, que es una zona que presenta una gran fracturación y se sitúa en la parte superior de la Cueva de las Tres Entradas Más Una. Geoposicionan algunos agujeros.
El otro equipo se pone el equipo de espéleo y se dirige hacia una sima localizada en enero y situada a pocos metros de las tiendas. Un pasamanos da paso a la cabecera de un pozo de unos 35 metros.
La base es un pequeño derrumbe en pendiente que hay que asegurar con un pasamanos. El trayecto se desvía hacia una fractura paralela. ¡Bingo! Otro gran pozo de 35 metros, casi circular, donde se alternan las capas de roca caliza negra y blanca. La base del pozo está colmatada por otro derrumbe, otro más, que marca el final de la sima 10 metros más abajo. El pozo de entrada queda bautizado como pozo del Granizo, en alusión a un tiempo en que se alternan cantidades torrenciales de lluvia, nieve y granizo. A la cavidad se le da el nombre de Gouffre Halal, en alusión a la sima Gouffralail, explorada a principios de febrero.
El 20 de febrero el clima se mantiene en la misma línea. El grupo al completo se pone en marcha hacia el collado, donde se habían marcado varios puntos a explorar. Uno de ellos parece prometer. La exploración finaliza a 85 metros de profundidad sobre un suelo arenoso. Será la sima de los Empapados.
De subida, detectan una continuación de meandro del que sale una fuerte corriente de aire. La Cueva de las Tres Entradas Más Una se desarrolla justo debajo y eso les hace fantasear con una posible unión. Pero se hace tarde. Son las 21:30h, así que el objetivo quedará pendiente para una futura expedición, ya que al día siguiente se debe desmontar el campamento…
Por la noche, el viento amaina. Por la mañana, el sol ilumina el karst, arrinconando en su guarida a Ayayema, el espíritu de las fuerzas naturales y, en particular, del terrible viento del norte. Pero ¿cuántos días durará la calma? Sobre estos karsts, el descenso es delicado con pesadas mochilas a las que se suman un petate sherpa colectivo. La ruta pasa por acanaladuras, flirtea con el vacío… No es un simple trekking, sino verdaderas desescaladas que no dejan margen al error…
Después de este campamento, en el que les ha tocado de todo (viento, lluvia, granizo, nieve y un poco de sol), se encuentran con que el motor del Bombard no arranca. Avisados por radio, Mowgli y Laurent van a buscarlos… ¡Ah, qué gusto llegar a la cabaña!
Para llegar al campamento, instalado en un montículo, hay que seguir la ruta abierta hace unos días bajo el impulso de Richard.
Hay que seguir una pendiente muy inclinada sobre la arenisca. Encuentran los petates de 15kg que otro equipo había depositado anteriormente, y consiguen montar las tres tiendas tras limpiar de piedras unos islotes de arenisca en medio de turberas, sacando las piedras más grandes. Hay que evitar montar las tiendas sobre la vegetación, que está empapada de agua.
Una vez que el campamento queda instalado, el tiempo se avinagra. La tormenta se abate sobre el campamento, minúsculo reducto humano en medio de una majestuosa naturaleza.
El 17 de febrero, después de superar las arremetidas del viento y que Denis haya tenido que salir de su tienda para volver a atar la lona que ondeaba, esperan la calma para salir a explorar. El campamento está instalado sobre una franja de arenisca que continúa hacia el este. En realidad, se trata de una gigantesca rampa sobre la que se yergue un impresionante muro de caliza repleto de altas paredes y fallas. La tierra prometida del karst parece inaccesible. Cuando parece que es posible pasar, en realidad se encuentran con una especie de tsingy, inundado de vegetación e imposible de atravesar.
Dos equipos (Lionel, Katia, Denis y Bernard) consiguen dar con una especie de thalweg, complicado de atravesar, pero que permite acceder a la caliza. Realizan una prospección circular, sin llegar a descubrir una boca que valga la pena, hasta regresar a la arenisca un poco más arriba, a la altura de un sumidero. Resulta que es el quinto sumidero que habían encontrado el día anterior y que explora el otro equipo (Laurence, Laurent y Jean-Marc). ¡Sigue!
Una entrada fósil en la caliza, por la que hay que arrastrarse por unos cincuenta metros, permite acceder a una galería en declive, interrumpida por resaltes, donde instalan varias cuerdas. A 50 m de profundidad, tras haber usado todas las cuerdas que tenían, remontan entusiasmados por esta exploración con «final en nada» (lo que, en el leguaje espeleológico, significa «continúa»). La fuerte corriente de aire que sale parece indicar que se trata de una cavidad enorme. Regresan al campamento empapados y congelados.
El 18 por la mañana esperan durante horas a que se presente un claro antes de que el equipo al completo se dirija hacia el sumidero n° 5. Bernard, Katia, Denis y Laurent van haciendo punta, mientras que los otros van detrás levantando la topo de la primera parte, algo nada fácil en un sistema tan sinuoso.
La galería sigue bajando en la caliza y, de vez en cuando, aparece un afloramiento del contacto con la arenisca. De pronto, a un lado, se abre una gran sala que presenta un bonito espejo de falla y cuyo fondo está lleno de cantos rodados de arenisca por el que cascabelea un riachuelo de 20 litros/segundo.
¡Esto tiene pinta de ser una magnífica primera! Laurence llama a esta sima Jackpot. Se escapa entre pasos y resaltes fangosos y, sobre todo, algo excepcional en Madre de Dios, presenta una gran cantidad de espeleotemas de calcita e, incluso, aragonito. Se quedan en la cabecera de un pozo de unos 20 metros de profundidad, de nuevo, por falta de cuerdas. Fiesta en el campamento…
El 19, al igual que en los otros campamentos, el buen tiempo deslumbra y reconforta los cuerpos. Pero no hay tiempo que perder, ya que esa misma tarde el equipo debe regresar al campamento base. Un intenso día. El pozo de 20 metros finalmente acaba midiendo 28 metros. En la base, el agua del río se pierde entre un caos de roca.
Por suerte, se encuentra un paso entre los bloques de derrumbe. Al poco, la galería se ensancha y es posible seguir progresando fácilmente hasta la cabecera de un pozo de unos 10 metros, ante el que se detienen. Al fondo, se oye el río… Hay que volver haciendo la topografía, el reportaje fotográfico y filmando, hacer las mochilas y bajar hasta el bote, que se ha coordinado para que esté en el punto a las 21h.
Por la noche, los 28 participantes de febrero se reúnen de nuevo en la cabaña para pasar una velada memorable. ¡Hay que celebrar que se están empezando a obtener resultados en altura! La topo de la sima Jackpot da -185 m de profundidad y 700 metros de desarrollo, lo que motiva al siguiente equipo a continuar.
El 24 de febrero, aprovechando que el mar está calmo, llegan las tres embarcaciones que nos llevarán de regreso. A nuestro pequeño seno Última Patagonia regresan la Don Arturo y la Valparaíso. También la Cap. Yerko, una embarcación nueva más pequeña… Bueno, lo de “nueva” es un decir, porque la pintura del casco ya tiene sus horas de vuelo…
El domingo 24 de febrero, aprovechando un tiempo calmo con sol, un equipo se ha puesto en marcha para buscar la zodiac de la base de Guarello que habíamos dejado en el lago intermedio. La certeza de poder trasladar el material y todo el personal por el Barros Luco hace que esta vía de evacuación deje de tener sentido.
Se desmonta, se portean las piezas por separado y se sube todo a la Don Arturo, que ha llegado al fondo del seno acompañada por un grupo de delfines danzarines. Uno de ellos se pone a nadar unos treinta segundos de espaldas, mostrando su blanca panza a Luc, que lo filma desde la proa.
El 23 por la tarde, suben Natalia, Katia, Mehdi y Denis y descubren el campamento bajo los rayos del sol la mañana del 24. Se dirigen hacia la cavidad, a la que entran a las 12:30h. Tardan dos horas en llegar al punto final del equipo anterior.
Descender el pozo de 10 metros es una pura formalidad ya que, como se esperaba, vuelven a dar con el río bajo el bloque de derrumbe anterior, pero hay que buscar un paso entre otro caos de bloques, que se atraviesa rápidamente. Detrás, vueven a encontrarse en la galería, que sigue siendo ancha y con mucha corriente de aire. Una arcilla grasosa (sin duda, herencia de varvas de la última glaciación) se adhiere a los pies y la ropa.
A partir de ese punto, la galería adopta grandes dimensiones: 8 metros de ancho por 15 de alto. La sima continúa casi rectilínea hacia el noroeste. La progresión se ve interrumpida de vez en cuando por resaltes donde el río, cuyo caudal se estima en 50 litros por segundo, fluyen alegremente de cascada en cascada. Detrás van Natalia y Katia levantando la topo. FINAL EN NADA. En esta enorme galería sigue habiendo corriente de aire. La continuación habrá que dejarla para una próxima expedición con- ¡quién sabe! - una conexión con un gran sistema subterráneo al nivel de las resurgencias… ¿Por qué no Punta Blanca?
El 25 de febrero, Richard, Jean-François, Serge y Pedro, que se han puesto en marcha para realizar una prospección karstológica y botánica del karst de altura, llegan al campamento del Gran Circo. Sin embargo, no alcanzan el karst porque está oculto por la espesa niebla. Todos regresan tras desmontar el campamento de altura. Esa misma tarde Katia suma las cifras en su calculadora… Con sus 250 metros de topografía adicional, la sima Jackpot da un desarrollo de 985 metros y una profundidad de -265 metros. A esto, se suman más de cien metros recorridos y no topografiados. La sima Jackpot hace honor a su nombre. Es la más profunda de esta expedición y de la parte norte de Madre de Dios.
Bernad se ha reservado un as bajo la manga en esta cueva, explorada en 2017. En el fondo quedaban varias incógnitas que despejar. El 26 de febrero, Lionel, Laurence y Bernard, altamente motivados, salen del campamento base a las 11h y dicen que no regresarán antes de las 22h. Antes de poder hacer la primera, tiene que cumplir una misión: recuperar los datos del data-logger que Charlotte había dejado en la cueva en enero. Uno estaba en la entrada y otro, en el fondo, de donde había extraído una estalagmita. Estos pequeños aparatos graban por largo tiempo las variaciones de temperatura, presión y tasa de humedad. Permiten modelizar los intercambios térmicos de la cavidad.
Mientras que Lionel recupera los contadores (los aparatos se quedarán en la cavidad hasta la próxima expedición), Bernard empieza a instalar el pozo. Habrá que aplicar técnica ligera, porque el taladro solamente tiene una broca y el equipo de espitar tampoco cuenta con muchos espits. En la base del pozo encuentran un meandro que da a una sala. Al primer intento de llegar al fondo encuentran el punto de topografía de 2017. Bernard intenta escalar, pero la pendiente adopta un ángulo inverso. Regresa al inicio de la cuerda y toman la galería del otro lado hasta llegar al punto final de Bernard y Natalia en 2017: la cabecera de un pozo. Tiene buena pinta… Se oye el agua. ¡Bien! En la base del pozo, que deben instalar espitando, llegan al río, que mide unos 4 metros de ancho por 8 metros de alto y que está orientado hacia el sursuroeste… A veces, el agua ocupa toda la base de la galería y hay que pasar escalando por el lado. De pronto, un obstáculo inesperado: hay que nadar. El agua está helada y no están equipados para eso. Esto marca el punto final de la exploración en esta rama.
Regresan a la escalada iniciada por Bernard. Lionel pasa y consiguen llegar a la parte superior de una enorme sala de 10 metros de ancho por 20 metros de alto. Salen dos galerías: una presenta una inclinación de 35º por 50-80 metros con una amplitud increíble de 15 metros por 10 metros de alto. Se detienen ante un bello sifón alimentado por una activo que sale de un bloque de derrumbe. Regresan levantando la topo. El segundo punto de continuación es una bonita galería con continuaciones por todos lados, pero deciden seguir la más evidente. Es una zona muy caótica. Se quedan delante de un magnífico meandro, de grandes dimensiones, con una fuerte corriente de aire que les llega de cara y bellas cúpulas de erosión en las paredes…
El tiempo pasa rápido. Se decide regresar y llegan a la cabaña a las 22:30h.
Al llegar a la cabaña les esperan ocho grandes pizzas alineadas sobre la gran mesa, dos hogazas de pan fresco hechas por Luc y un pisco sauer mezclado por Richard. Se da inicio a la fiesta para celebrar estos inesperados resultados y el final de la expedición.
Hoy es 26 de febrero y es el último día en la cabaña. Se guarda todo, se bajan los bultos a los barcos por la tirolina. Mañana a las 10h las embarcaciones zarparán del seno Última Patagonia…
Hace algunos días, Jérémie, Michel y Laurent encontraron una resurgencia con gran caudal en la caleta San Pedro, a pocos cables de la cabaña. Esta resurgencia, a la que se le puso por nombre La Promesa, se encuentra en el eje de la Cueva de las Duchas de San Pedro, donde en 2017 se había explorado un sistema de sifones. Como suele ocurrir en esta zona, la cavidad se forma en el contacto entre las areniscas y la caliza. El 18 de febrero remontan 60 metros (-32 metros) en esta resurgencia, superando una fuerte corriente de cara y numerosos pasos estrechos que obligan a bucear en traje húmedo con las botellas en lateral y, en las estrecheces, ¡sin aletas!
El 20 de febrero añaden 20 metros y deben detenerse ante un caos de bloques. La poca visibilidad no les permite encontrar el paso.
El 25 de febrero, Mowgli retoma el buceo en la resurgencia de la Punta Blanca, explorada por Franck en 2017. El hilo guía está muy sucio y Mowgli gasta parte de su aire en repararlo. Regresan sin haber hecho ninguna primera, pero con enormes ganas de regresar la próxima expedición con los recicladores, lo que les permitirá disponer de mayor autonomía y avanzar la punta más allá de los límites teóricos del buceo con aire.
Como en todas las expediciones, el seguimiento médico de los miembros de la expedición se realiza a distancia con el CCMM (Centro de Consultación Médico Marítimo, por sus siglas en francés), con base en el Hospital Universitario Purpan de Toulouse, en las dependencias del SAMU31. Este organismo sigue los barcos que navegan con pabellón francés por todo el mundo. Para facilitar el proceso de consulta, la empresa Parsys, colaboradora de Centre Terre, pone a disposición del equipo una maleta de telemedicina que permite realizar videoconferencias médicas y transmitir los signos vitales de un paciente (tensión, temperatura, saturación de oxígeno, etc.) para establecer un diagnóstico preciso a distancia. Esta ayuda fue especialmente útil el primer mes, cuando el equipo no contaba con un médico en terreno, aunque también se ha utilizado cuando Philippe, nuestro médico de febrero, se encuentra en algún campamento avanzado.
El rectorat de Toulouse recuerda que está abierto el concurso para los escolares que siguen la expedición Última Patagonia 2019. Se invita a todas las clases a realizar una producción de su elección y, posteriormente, un jurado compuesto por miembros de Centre Terre, representantes del Ministerio de Educación francés y los principales partners, seleccionará los mejores trabajos de los alumnos de primaria, secundaria y bachillerato tanto a nivel de la académie de Toulouse como a nivel de toda Francia. Los premiados disfrutarán de una jornada de espeleología en su región acompañados por miembros de Centre Terre. La forma es completamente libre y deberá tratar sobre el inicio y continuación de la expedición durante el año. La fecha tope para enviar los trabajos es el 30 de abril del presente.