Desde el avión que nos llevó el 4 de enero desde Santiago de Chile a Punta Arenas, el espectáculo era grandioso. Diez mil metros bajo nuestras alas, como un lento panorama sin fin, desfilaban los exuberantes paisajes de Patagonia, esa imbricación, única en el mundo, de mar, roca y hielo. A estribor se adivinaban las incontables islas de los canales patagónicos, cubiertas de blancas nubes, mientras que los canales al descubierto ofrecían un aspecto metálico en el que se reflejaba el sol. Del otro lado, las cumbres nevadas y heladas que aparecían de súbito en un entorno de blancas nubes. Los picachos puntiagudos separados por las interminables extensiones glaciares es el Gran Hielo Patagónico, que, por algunos días, será nuestro lugar de exploración.
Pero ¡no vayamos tan rápido! En Santiago, al poco de encontrarnos con Natalia, que nos pasa unos petates pesados como plomo como equipaje adicional, tomamos rumbo al sur, mientras que Bernard y Natalia se dirigen ya a la primera de una serie de reuniones oficiales con el Señor Roland Dubertrand, embajador de Francia, que se presta para organizar una importante conferencia de prensa al final de la expedición coordinada con el Ministerio de Bienes Nacionales de Chile.
Después, los dos jefes de equipo, Natalia y Bernard, sostienen una larga reunión con Angélica Palacios, Jefa de la División de Bienes, y con Sebastián Seisdedos, Jefe de la Unidad de Gestión Territorial y Patrimonio del Ministerio de Bienes Nacionales de Chile. El Archipiélago Madre de Dios es un bien fiscal que el Ministerio de Bienes Nacionales autodestinó para protección, otorgándole en 2007 el estatus de Bien Nacional Protegido. La reunión tenía como objetivo preparar un importante evento que tendrá lugar a finales del mes de enero y que será anunciado por el Ministerio de Bienes Nacionales. Daremos los detalles más adelante…
24 horas de avión separan Francia de esta perla terrestre situada en los confines de la Patagonia austral y a orillas del Estrecho de Magallanes y sus aguas grises, verdosas o azuladas, según el color del cielo. La ciudad de Punta Arenas (130.000 habitantes), a pesar de su aspecto de aldea provinciana, es la capital de la inmensa región de Magallanes y la Antártica Chilena, que se extiende desde el Golfo de Penas hasta el Polo Sur.
Pervive un espíritu pionero que no nos desagrada para nada, con turistas con pinta de trekkeros. También nos enteramos de que el joven estadounidense que acaba de culminar la travesía de la Antártica en solitario está en Punta Arenas.
Los 9 miembros de la pre-expedición no están ahí de paseo. En un tiempo muy limitado, deben prepararlo todo para que, a la llegada del resto del equipo el 9 de enero, las tres embarcaciones privadas que nos trasladarán puedan zarpar de Puerto Natales con las bodegas bien llenas. Si los dioses del viento patagónico lo permiten, el Don Arturo, la Rosita y la Valparaíso podrán soltar amarras y navegar en conserva por el seno Última Esperanza, pasar el paso Kirke y deslizarse por la maraña de canales, adornados por acantilados rebosantes de agua, densos bosques y picos rocosos de granito, permitiendo a los patagones de la novena expedición organizada por Centre Terre a estas remotas tierras disfrutar del sol y las ráfagas de viento, de los juguetones delfines y de los súbitos tornados, de los temidos williwaws, creados por los vientos catabaticos que vienen, de golpe, de la montaña, levantando el mar y las embarcaciones ligeras…
Finalmente, en el glaciar Témpanos, en los alrededores de Guarello y en el Barros Luco, los tres equipos podrán, cada uno en su zona de trabajo, lanzarse en búsqueda de lo que mueve a un espeleólogo: la exploración.
Para que todo esto sea posible, está claro que se necesitan seres humanos, calidad y material… muuucho material… cantidades enooormes de material… y de víveres. Después de cuatro días, Laurence adapta su tabla Excel, que es más larga que un día sin pan. Ella es la responsable de la alimentación. En su tabla, tiene calculadas las cantidades diarias para los tres equipos, tanto de comida como de bebestibles, que hay que comprar. Se busca el mejor precio. En los supermercados se negocia duramente, conciliábulos, comparaciones, cálculos eruditos. Los valientes: Sylvain, Séba, Georges, Mowgli, Bernard, Florian y Natalia peinan los pasillos armados con sus carritos y regresando con las cantidades exactas.
Habrá pan todos los días. Se han previsto 95 kg de harina con la levadura "Instant Success"… el nombre lo dice todo…. La cocina echará humo en el refugio del glaciar, en la cabaña y en los barcos…
El internauta que sigue nuestras aventuras seguramente recordará la epopeya de la carga del contenedor en Francia a finales de septiembre. Una vez pasado el trámite de aduanas -no sin dificultad-, deslavado después de tres meses de navegación, el lunes 7, el contenedor nos estaba esperando, en las instalaciones de un transitario, estratégicamente ubicado entre el aeropuerto y la ciudad.
Es increíble cómo llega a multiplicarse el material al sacarlo de su envoltura metálica, donde se había acomodado milimétricamente para optimizar el volumen. En menos de una hora, bajo un sol de justicia, se vacía el contenedor y el contenido se dispersa por el solar y se separa en cuatro grupos. El lote más abultado es el del Barros Luco. Grupo electrógeno, botes penumáticos, botellas de buceo, compresores, bidones personales, bidones de electricidad, escaleras manuales, cabestrantes, bidones con cuerdas, herramientas de navegación… en resumen, un inventario de lo más variopinto. No olvidemos, además, las 30 cajas del equipo de cine que Gilles y Luc-Henri empiezan a seleccionar en función de los destinos y las baterías a cargar.
Aparece un enorme camión. La flamante cabina blanca recuerda a las de la Ruta 66 de Estados Unidos. Deja el remolque en el centro del terreno, un descampado polvoriento. La rampla mide 12 metros, a 1,50 metros del suelo, con una barandilla no muy alta. No queda más que subir el material poniendo atención en no mezclar las destinaciones. 1,50 metros es mucho para elevar un motor de 50 CV o un bidón repleto de material de buceo.
Por suerte, Florian sabe manejar la grúa horquilla de que dispone el transitario. La podemos usar cuando está libre, lo que permite, durante un rato, no seguir castigando nuestras espaldas, sometidas a una dura prueba…
De vez en cuando aparece un camioncito. Uno trae unas vigas IPN de seis metros de largo, otra, en dos viajes, transporta algunos metros cúbicos de madera y planchas de contrachapado que servirán para ampliar la cabaña y las plataformas para las carpas. Para acabar, la empresa INDURA GrupoAIR PRODUCTS nos entrega tres botellas (dos de oxígenos y una de helio de 75 litros) que se usarán en las mezclas de los buzos…
Son más de las 20h cuando todo queda cargado, protegido de la lluvia por una lona.
El martes 8, el grupo se coordina para recibir los víveres pedidos con antelación, cargarlos en la rampla del camión, amarrarlos y asegurar bien toda la carga.
Por la tarde, Natalia y Bernad tienen una reunión con en el capitán de corbeta Jaime Mansilla. La Armada de Chile, a través de la Gobernación Marítima de Punta Arenas, nos prestará un apoyo decisivo con su lancha rápida para asegurar el relevo de los equipos a media expedición, dado que algunos solamente se quedan un mes. La razón de este apoyo es garantizar el éxito de la operación, ya que no podemos contar con las excepcionales condiciones que tuvimos en 2017 para el acceso al Barros Luco.
No olvidemos que, en 2008, nos quedamos bloqueados 4 días, a causa de un temporal, en el seno, que se convierte en una enorme trampa cuando el oleaje aumenta y se estrella contra los arrecifes que actúan de centinelas en la entrada al seno. La sonda había registrado tan solo 12 metros de profundidad… con olas que superaban los 15 metros.
Por ello, este año los de enero y febrero usarán la vía de acceso ancestral de los Nómadas del mar, el pueblo canoero, que no exponían sus frágiles embarcaciones al océano Pacífico. Remontaban un torrente procedente de un lago por varios kilómetros. En su lado más al sur, solo un pequeño collado lo separa del Barros Luco. Todo se recorre en unas 4-5 horas de marcha, arrastrando un pequeño bote neumático para superar el lago. La lancha rápida llega al seno Egg en unas 15h de navegación desde Puerto Natales. Ahí esperará una noche para que embarquen el equipo de enero, que regresará a Natales…
Mañana miércoles 9, a primera hora de la mañana, se contrata un bus para llevar al equipo y gran parte de los víveres a Puerto Natales, situado 250km al norte. Nos espera una larga jornada… Material y víveres se repartirán en las tres embarcaciones y habrá que montar 4 de nuestros botes zodiac.
El resto del equipo de enero llegará a Puerto Natales ya de noche y se instalará directamente en los catres de las embarcaciones.
La aventura nos espera con los brazos abiertos…
PD: En el momento de releer esta crónica del 9 de enero, la pre-expedición se encuentra ya en Puerto Bories, al norte de Puerto Natales, descargando el camión y cargando las tres lanchas. Nos enteramos de que el resto de la expedición acaba de llegar a Santiago y están de camino hacia Punta Arenas, salvo cuatro, que no han podido subir al vuelo por overbooking. Se alarga la llegada del resto del equipo hasta las 4 de la madrugada.
Los cuatro días de buen tiempo que nos han acompañado son, quizás, muestra del cambio climático… pero ¡qué suerte hemos tenido! Se abre una ventana extraordinaria de buen tiempo de 3 días, con olas en el océano de tan solo 1,60 metros… las olas más bajas que conocemos son de 2,50 metros.
Esta expedición empieza con muy buen pie.