Ha soplado un fuerte viento durante toda la noche y, por la mañana, sigue el temporal de lluvia anunciado. El campamento base va despertando paulatinamente bajo el sonido del cable de la tirolina que cimbrea con las ráfagas de viento y hace las veces de anemómetro improvisado. Está el equipo al completo, de modo que aprovechamos para hacer un briefing y planificar los próximos días. El equipo de cine quiere rodar imágenes de nuestros peregrinajes por el karst, así que el grupo que parte hacia el Karst Norte es numeroso. Han escogido este lugar porque presenta los paisajes más característicos y bellos explorados en lo que llevamos de campaña. El grupo que partirá al día siguiente está compuesto por nueve personas para poder seguir con la exploración y sacar las imágenes. Se forma otro equipo para partir a la Gran Barrera, porque hay que aprovechar que tenemos un campamento avanzado instalado para poder continuar con la prospección de esta zona perforada de simas. Finalmente, otro equipo se quedará en el campamento base desde donde abordará nuestro dos “gigantes” del momento: la Cueva de la Punta Blanca y la Cueva de las Tres Entradas.
Mientras se preparan las salidas y debido al caprichoso clima de esta zona, la mayoría de los miembros del equipo permanece en el campamento base. Las tareas domésticas no faltan: rellenar los tanques y bidones de combustible para la navegación; reparar la carpa de material dañada por el viento; seleccionar fotos; preparar el material de cine; hacer inventarios de los víveres...
Solo un pequeño equipo conformado por David, Yann y Franck sale a bucear en la Cueva de Las Duchas de San Pedro, cerca del campamento base. Franck prosigue con la exploración del sifón. La corriente sigue siendo muy fuerte y la progresión es solo posible asiéndose del fondo. En el último punto final de exploración la galería iniciaba un claro ascenso, lo que hacía esperar que se pudiera superar el sifón y realizar la unión con la segunda entrada de Las Duchas. Pero una vez alcanzada la profundidad de -5m, el conducto vuelve a descender. Franck avanza 45m hasta alcanzar la profundidad de -12m y realiza la topo al regreso. Una segunda incursión en el sifón le permite colectar algunos crustáceos con ayuda de una red con plancton. Por otro lado, David y Yann levantan la topografía de la galería que se une con la segunda entrada y encuentran una nueva salida a la pared exterior. No obstante, la continuación de la cueva se encuentra más allá del sifón que queda por superar.
¡El campamento base bulle de actividad!
Se han conformado los equipos y todos se dedican a preparar el material. Giselle, Juan Pablo, Natalia, Serge, José, Yannick, Thomas, Yann y Franck tienen por objetivo para la jornada continuar con la exploración de la cueva de la Punta Blanca. Las ansias del descubrimiento son tan grandes que el grupo parte con tal precipitación que olvidan la comida y un equipo de topografía sobre la mesa. Por radio, acuerdan con el grupo que se dirige al Karst Norte que les deje el material faltante en el muelle que queda cerca de la cueva. Natalia será quien se encargue de ir a buscarlo. Durante ese tiempo, Giselle y Juan Pablo definen el perímetro de protección de los vestigios arqueológicos encontrados en la entrada, mientras que José y Serge disparan contra todo lo que se mueve para volver con una cobertura fotográfica de la cavidad.
El resto se reparte en dos equipos e inician la exploración y la topografía. Thomas y Yannick se ponen manos a la obra en una zona laberíntica a la que se accede tras una corta escalada. Franck y Yann instalan un pequeño pozo en el último punto al que llegó el equipo precedente. Para ello hay que llevar neopreno. Exploran 180 metros de galerías y se detienen en un sifón. En el trayecto hay que pasar por un paso bajo que puede sifonar en caso de crecida, así que juzgan prudente no hacer la topografía hoy. Natalia los alcanza y se encuentran con Thomas y Yannick. Fuera de la zona laberíntica, se descubre una bonita galería que se dirige hacia el norte y la exploran hasta llegar al sifón. En total, los dos equipos realizan más de 700m de topografía. Aunque los dos ramales principales acaben en sifón, quedan muchos puntos por explorar. Ese día, el regreso al campamento base transcurre en dantescas condiciones en las que se alternan los rayos de sol, chaparrones de granizo o incluso una violenta tormenta con rayos y truenos, la primera que hayamos vivido en Madre de Dios desde que Centre Terre explora el archipiélago.
El grupo del Karst Norte, compuesto por Bernard, Richard, Lionel, Lucas, Carlos, Marcelo y el equipo de cine (Gilles, Jeff, Christian), parte hacia las 12:30h. La carga es pesada y la subida es dura. Hay que adaptar el campamento avanzado para que todo el mundo se pueda instalar confortablemente, lo que les toma el resto de la jornada. Todo queda listo para que, al día siguiente, se pueda empezar a funcionar a plena máquina.
Por último, Denis, Ángel, Anthony, Vicente, Gonzalo y David se embarcan rumbo a la Gran Barrera hacia las 14h. Saben que en el campamento Totem les esperan las ratas.
Yann, Natalia, Thomas, Yannick y Franck no lo dudan: ¡hay que volver a la Cueva de la Punta Blanca! Salen un poco más tarde que el día anterior porque ha habido que entrar todos los datos topográficos levantados, pero esta vez no se olvidan nada. Yannick, Thomas y Natalia regresan a la zona laberíntica y encadenan varios bucles. Quedan puntos de interrogación, pero ningún gran acceso hacia lo desconocido. Yann y Franck van a topografiar la zona explorada el día anterior. El nivel del agua ha bajado dos metros, pero el sifón sigue siendo un sifón... Poco antes de este punto terminal hay un gran pozo de más de 30m por el que sopla un fuerte viento. Parece que hay una galería que sale a unos diez metros del suelo... Yann hace una bonita escalada con anclajes naturales, pero la esperada continuación no se encuentra ahí. Dejan el pozo ascendente para otro futuro equipo y topografían la zona activa río abajo. Franck realiza algunas colectas de fauna subterránea. Entre sus redes destaca una especie.
Se trata de un crustáceo que presenta todos las características de un verdadero cavernícola. Despigmentación total, ausencia de ojos... Estas especies, llamadas troglobias, se han encontrado en muy raras ocasiones en Madre de Dios durante las expediciones anteriores. ¡Es, pues, un bello descubrimiento!
El volcado topográfico que se hará esa misma noche en la cabaña arrojará un desarrollo de 2.277m y queda labor por hacer para otros dos equipos durante un día. El récord del Sumidero Pérdida de Tiempo (2.650 m) está a punto de ser superado.
En el Karst Norte, tras las tormentas de lluvia y granizo de la noche anterior y el chaparrón adicional bonus track de esa mañana, el equipo al completo se pone en marcha hacia la sima del Casco. Todos ayudan a Gilles, Jeff y Christian a realizar el máximo de tomas en este entorno kárstico único difícil de describir. El tiempo acompaña y el drone alza el vuelo sobre las cabezas encadenando secuencias... ¡Buena cosecha! Hacia las 15h, Lionel, Carlos y Bernard retoman la exploración de la sima del Casco y los otros continúan con el rodaje. Esta vez toca la parte científica: Richard hace el papel de profesor de karstología, algo que se le da perfectamente bien, mientras que Lucas interpreta el alumno aplicado.
En la sima queda retomar la topografía que no se pudo hacer durante la pasada exploración dado que el aparato de medición no funcionó. Una vez hecha la topo hasta el último punto explorado anteriormente, se continúa con la exploración con unos niveles de agua bajos, lo que no significa que no se instale en alto evitando la crecida, dado que aquí la próxima lluvia está al caer. Las verticales se encadenan hasta la cota de -180m. En ese punto se oye el río. Se instala un nuevo pozo que permite al equipo llegar a un sinuoso meandro. Se recorren cincuenta metros y continúa... aunque no hoy, porque el tiempo ha pasado volando y hay que iniciar el ascenso. Cuando el equipo ya está cerca de la boca de la cavidad, el caudal aumenta considerablemente, lo que significa que han salido justo a tiempo. De noche y bajo una lluvia torrencial con ráfagas de viento, el camino hacia el campamento es cualquier cosa menos evidente. Marcelo y Lucas han anticipado la dificultad y han venido al encuentro de los exploradores. La luz de sus frontales aparece en la lejanía como una baliza, sacando del apuro al equipo que regresa. Son las 23:30h cuando el grupo se refugia en las carpas para un merecido y apreciado festín, aunque solo sean sobres de comida liofilizada.
En la Gran Barrera se inicia una larga prospección. Se localiza una interesante zona y se explora una bella sima de 50m de profundidad. Quedan muchos agujeros por descender (algunos de más de 60m de profundidad desde la entrada) pero la zona se encuentra a dos horas y media de camino del campamento... demasiado lejos.
Ya avanzada la tarde, el viento aumenta. El temporal se abate sobre el campamento base. Serge y Jean-François tienen dificultad para asegurar las carpas y atar todo lo que pueda salir volando. Nos espera una agitada noche...
En efecto, el viento ha soplado con fuerza durante la noche, pero amanece calmo y el sol nos regala sus primeros rayos.
Se preparan varios objetivos. Giselle y Juan Pablo trabajan cerca del campamento base: Juan Pablo recolectando insectos y Giselle efectuando muestreo en las turberas para intentar reconstruir la historia de la conquista vegetal de la zona después de la última glaciación. Yann y Yannick se proponen realizar una escalada en la monumental cueva de la Bahía Blanca, localizada por el equipo de enero. Yann inicia una escalada de 20 metros y Yannick lo alcanza en lo alto. Llegan a un meandro que, por un lado, conecta con una boca superior a la de la entrada y, por el otro, da a lo desconocido. ¡Habrá que volver!
Natalia, Jean-François, Serge, José y Franck prospectan la costa desde el campamento base hasta la Bahía Blanca en busca de cavidades. No se hacen descubrimientos notables, pero quedan pendientes dos cuevas a las que no pueden llegar por el oleaje.
En el Karst Norte ha llegado la hora del regreso. Se aprovecha el sol para tomar las últimas imágenes y luego se inicia el largo descenso hacia la Bahía Blanca. El grupo llega al mismo tiempo que Yann y Yannick (que había salido a hacer la escalada) y regresan al campamento base con su bote, tal y como se había coordinado previamente. La coordinación es perfecta.
En la Gran Barrera ha sido una noche difícil por el fuerte temporal y por el tiempo pasado haciéndose selfies con los ratones. Por la mañana, los ánimos están a tope. El equipo se dirige hacia una zona situada al norte del campamento (menos alejada que la del día anterior) en la que se había localizado una cueva de la que sale un río. El agua cae sobre una montaña de rocas inestables. David y Anthony se meten y encuentran un paso en el laberinto rocoso. Parece que continúa, pero la zona está claramente expuesta a derrumbes. En este terreno por el que no ha circulado nadie antes y que no está estabilizado, el riesgo de hacer deslizar una roca es inminente, así que hay que abandonar este objetivo.
A pesar de todo, el lapiaz es magnífico. El grupo descubre dos zonas prolíficas en cometas de roca, formaciones únicas creadas por la disolución diferenciada de la caliza bajo el efecto del viento y de la lluvia, que golpean un bloque de roca insoluble. Son los primeros que descubrimos este año. Estos cometas son más complicados de encontrar en esta zona de lo que habíamos pensado. Se descienden o localizan otras cavidades, pero nada tan significativo como para invertir demasiadas energías. El campamento Gran Barrera, por el que han pasado una gran cantidad de equipos, ha dado todo de sí. Es hora de desmontar. Aunque se ha dejado algo de material para más adelante, hay muchas cosas que bajar y las mochilas son pesadas. ¡Qué alivio llegar bajo un sol radiante a la playa Tahití!
Por la noche volvemos a estar todos en el campamento base. Se conversa hasta bien entrada la noche. Algunos se rinden al cansancio y otros siguen lanzando planes hacia los cometas... de roca. Mañana definiremos otros objetivos y volveremos a salir para continuar descubriendo Madre de Dios que, sin duda alguna, todavía nos tiene preparadas numerosas sorpresas...