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Se cosechan descubrimientos

Publicado el 21-02-2017

Martes 14 de febrero

Una aventura en tierras lejanas y tan ambiciosa exige un alto precio en energía consagrada a la logística y, en energía, en general. Tras varios días fuera explorando por todos lados es necesario más de un día para recuperarse y acometer todas las pequeñas labores necesarias para el buen desarrollo de la expedición: rellenar los bidones de combustible, hacer las fotos para nuestros sponsors, reparar la carpa de material dañada tras el temporal, inflar las botellas para buceo… ¡Hay trabajo para todos!

El equipo al completo está en la cabaña, así que se aprovecha para informar sobre los avances y planificar los próximos días. Se acuerda una última ida al campamento Karst Norte y se define una nueva zona de exploración: se trata de llegar al lago situado en la cara sur de la Gran Barrera. Durante las expediciones del 2006 y 2008 solo se pasó brevemente por ahí y queda por verificar si la cuenca procedente de la Gran Barrera se encuentra el pie de esta vertiente. Esta zona kárstica es una de las más amplias de Madre de Dios y recibe una importante cantidad de lluvia. ¿Por dónde desagua el macizo toda esta agua?

Un equipo se presenta voluntario para el campamento Karst Norte, compuesto por Yann, Lucas y Thomas (que parten el mismo día) y Denis, Lionel y David, que se reunirán con ellos al día siguiente. El “campamento del Lago” a los pies de la Gran Barrera estará organizado por Marcelo. Lo acompañarán Giselle, Juan Pablo, Vicente, Gonzalo y Jean-Françoise. Bernard, Natalia, Serge, Angel, José Anthony y Yannick se reunirán con ellos más tarde en función de los resultados de las prospecciones.

Todo está listo, el tiempo acompaña y todos han podido descansar… Esa noche, bajo las carpas, los silenciosos sueños sobre aventuras y descubrimientos se deslizan entre los ronquidos más sonoros...

Briefing en el campamento de base

Miércoles 15 de febrero

El día siguiente amanece sin lluvia ni viento… Tal calma nos llega incluso a descolocar un poco… aunque rápidamente se retoma la actividad en el campamento base.

Campamento avanzado situado en la vertiente sur de la Gran Barrera

Marcelo prepara el nuevo campamento. Hay que empezar por volver a poner en funcionamiento el Typhoon, nuestro mítico botecito que cargamos a dos desde el seno Contreras para nuestra primera incursión en el Barros Luco, hace ya once años. Luego queda preparar la comida, los kayaks inflables para navegar por el lago, las carpas… Son casi las 14h cuando el equipo se pone en marcha hacia su nuevo objetivo. Una vez en el lugar, se instala el campamento. Justo detrás de la playa hay un bosquecillo que ofrece un buen abrigo. Las carpas y la zona común se refugian en el corazón de esta coraza vegetal, un lugar realmente seguro y tranquilo. Pero queda pendiente abrir el camino de acceso al lago. Marcelo, Giselle, Juan Pablo y Gonzalo logran abrir un camino a través de arbustos espinosos, pero el recorrido es extenuante y poco práctico. Regresan pasando por el río por el que desagua el lago. Transcurre por un pequeño cañón mucho más cómodo. ¡Por fin se ha encontrado un acceso!

En el campamento Karst Norte, Yann, Lucas y Thomas regresan a la sima del Casco. No tomaron bien la información del equipo anterior, así que no encuentras los últimos pozos, pero vuelven a acceder al río por otro lugar. También avanzan por un sinuoso meandro no muy grande pero muy estético, excavado en un magnífico mármol blanco con vetas negras. Tras 250m se detienen ante una nueva vertical. Dan media vuelta por falta de cuerda e inician la topografía.

Esa misma noche se reúnen con ellos Denis, Lionel y David, que llegan cargados de descubrimientos. Esa misma tarde después de almorzar, otro equipo los había dejado en la bahía Blanca y empiezan por revisar las entradas de cuevas que se abren cerca de la Corriente Blanca. Por desgracia, ninguna conduce hacia lo desconocido. Dotados del Typhoon y de un par de remos cruzan la Bahía Blanca para llegar a una boca de cueva localizada por Natalia, Jean-Marc, Laurent y Joël durante un ascenso anterior hacia el campamento Karst Norte. Tras una escalada de cinco metros, llegan a una pequeña galería que se transforma en meandro. Pasan por una alta sala con agua y se detienen ante una corta escalada, tras unos cien metros de exploración. Por la galería sopla bastante aire, así que habrá que regresar. El modo de aproximación a esta nueva y prometedora cavidad le valdrá el nombre de la cueva de los Remeros.

José abre un sendero en el bosque magallánico

Buenas condiciones meteorológicas y un viento especialmente débil: no hay que perder esta oportunidad de regresar al frente Pacífico. Un nutrido grupo de 8 personas se hace a la mar a bordo de uno de nuestros C5, con Denis, Lionel y Thomas como pasajeros y con el Typhoon a remolque. Vamos cargados a tope. Pero el mar está calmo y podemos permitirnos tal sobrecarga. Una vez se deposita al equipo del campamento Karst Norte, se prosigue la navegación hacia la ribera sur del Barros Luco, escoltados por los fieles delfines, siempre curiosos. Ahora les toca a Yannick, Serge y José bajar a tierra para salir al asalto del denso bosque que los separa de las dos bonitas bocas encaradas hacia el Pacífico y que ya habían sido localizadas en 2008. Ninguna de las dos vale todo el esfuerzo invertido en llegar hasta ellas. “Nadar sobre esta capa verde y movediza, en suspensión entre la tierra y el cielo” (por usar las palabras en caliente de Serge) no sirve de nada: no hay cuevas escondidas ahí que sean dignas de recibir siquiera un nombre. Pero la recompensa está precisamente ahí, en esta progresión entre el bosque magallánico único en todos sus aspectos.

Mientras tanto, los últimos pasajeros del C5, Bernard, Natalia, Richard, Ángel y Anthony, vuelven a atravesar el Barros Luco y amarran el barco frente a la cueva del cabo Vertical, de la que Denis y Anthony habían recorrido a toda prisa unos dos cientos metros para llegar a un punto “sin nada” en una amplia galería. Ese “sin nada” (“arrêt sur rien” en la jerga espeleológica en francés) indica la ausencia de obstáculo, de modo que, realmente, significa “con todo”. Estamos acostumbrados a los obstáculos (pasos estrechos, derrumbes, sifones), así que esta expresión traduce nuestro temor a ver trabada nuestra sed de descubrimiento, pero significa que no hay ningún obstáculo visible. ¿Qué nos reserva la continuación? ¿Una gran sala, una larga galería, un río, un pozo? La imaginación vuela cuando la cavidad se detiene “en nada”… Pero, en esta ocasión, ese “en nada” no los lleva a “gran cosa”: apenas veinte metros más allá del punto final anterior, la cavidad se acaba… Es lo que hay… Un tanto decepcionados, pero conscientes de lo que hay que hacer, los miembros del equipo levantan la topografía y se dirigen a otra cavidad cercana. Otra decepción: no alcanza ni los treinta metros. Injusta venganza, pero esta cavidad no merecerá siquiera una topografía… bastará con un simple croquis.

Como han estado ayudando a Marcelo, nuestros dos buceadores Mowgli y Franck salen tarde. Los acompañan Jeff y Christian, que realizarán algunas imágenes de su progresión hasta un sifón e inmersión. Esta vez regresan a la “Chinita”. No tienen previsto hacer punta, sino que el objetivo del día es rodar imágenes del sifón y realizar colectas de fauna cavernícola. Franck saca su pequeña red con plancton y toma muestras de crustáceos bajo los focos de Mowgli. La cosecha de imágenes y de animales es buena. Al regreso, Franck echa un vistazo a un río activo en el inter-sifón. Parece que la continuación es vertical y se encuentra tras una escalada de unos diez metros. Se necesita una cuerda, así que la exploración se detiene en ese punto por el momento. De vuelta, la tropa recibe las visitas sucesivas de una manada de lobos marinos y de delfines, un regalo que solo una expedición en Patagonia puede ofrecernos.

Franck y Gilles preparan el material de buceo

Jueves 16 de febrero

Otra noche calma… amanece sin lluvia… Esto empieza a ser sospechoso. Pero, tanto mejor, porque hoy es un día especial. La noticia nos llegó el día anterio y es que íbamos a recibir la visita excepcional de Jorge Flies, Intendente de la Región de Magallanes y Antártica chilena, y Victor Igor, representante del Ministerios de Bienes Nacionales en la XII región. Con su presencia demuestran de nuevo su gran interés por los trabajos realizados por Centre Terre. Por nuestro lado, deseamos hacer hincapié ante las autoridades competentes sobre el aún poco conocido valor patrimonial que se esconde bajo estas latitudes calcáreas tan excepcionales. Se prevé que lleguen en helicóptero hacia el mediodía. Para este encuentro es indispensable que esté Marcelo, que se encuentra en el campamento del lago. Franck y Mowgli se encargan de ir a buscarlo a las diez. Les da tiempo de apreciar el confort del campamento, instalado cerca de una magnífica playa y bien protegido en el bosque. Pero cuando regresan a la cabaña ven que el helicóptero se eleva rumbo a la Gran Barrera. ¡Ya están aquí! A bordo van Bernard y Jeff para hacer una incursión relámpago de una hora en el sector de los comentas de roca descubiertos en 2010. Esperábamos poder aprovechar la presencia del helicóptero durante varias horas para depositar material en las zonas más alejadas, pero el piloto es categórico: el regreso está previsto en una hora. Tienen que regresar a primera hora de la tarde a Puerto Natales, su destino final, antes de que se levanten los fuertes vientos previstos. Jeff filma a toda prisa los famosos cometas y champiñones de roca, guiado por Bernard. En el campamento base, hay que improvisar. Marcelo y Natalia, acompañados por Franck y Serge, acompañan a Jorge Flies y Víctor Igor a la Cueva de la Punta Blanca. El mar está calmo. Cormoranes, patos-vapor, lobos marinos, carancas… la fauna local los acompaña. El sol brilla sobre el Pacífico, que hoy hace honor a su nombre. Se prevé mostrar el Karst, la cueva, los vestigios arqueológicos… Natalia y Marcelo guían a nuestros invitados y comparten con ellos nuestros descubrimientos, les muestran la riqueza que nos rodea e insisten en que se protejan y pongan en valor. La visita también ha permitido a Bernard, Marcelo y Natalia planificar un poco mejor las reuniones y conferencias que se celebrarán en Santiago tras el final de la expedición.

Franck, Marcelo, Natalia y Serge guían Jorge Flies y Víctor Igor hasta la Cueva de la  Punta Blanca

Yannick y Anthony llevan de nuevo a Marcelo al campamento del Lago para luego seguir explorando la Corriente Blanca, situada en la Bahía Blanca. Una vez llegan al punto final anterior, siguen por un estrecho meandro que se ensancha rápidamente. Oyen el sonido del agua. Llegan a un magnífico río tras superar un pozo de ocho metros. Río arriba hay un bonito sifón buceable. Río abajo se desciende rápidamente otro pozo de doce metros, seguido por otro de ocho metros, donde se detienen por falta de material. Hacen la topografía y dejan material en el lugar, decididos a volver. Salen al mismo tiempo que Carlos y Franck, que estaban buceando la resurgencia de la Bahía Blanca, justo en la orilla de enfrente. Carlos ha avanzado por una segunda entrada que intentan conectar con la galería principal, pero ésta está protegida por un paso estrecho. Desplegando el hilo guía tras sí, explora varios conductos, pero la zona es compleja y la esperada conexión no se hará esta vez. Tras él, viene buceando Franck, que ha retomado el camino principal hasta el punto final anterior. La continuación parece que se encuentra por una galería repleta de dunas de arena que, en realidad, parte río abajo. Ya de regreso, el buceador encuentra la verdadera continuación río arriba: una amplia y bella galería por la que avanza por unos veinticinco metros antes de tener que dar media vuelta. Como ha llovido muy poco en los últimos días, el agua está muy clara y repleta de pequeños crustáceos que pasan por la luz de los focos. ¡Parece que hoy habrá buenas colectas!

Natalia y Marcelo observan el despegue del helicóptero

Ambos equipos regresan juntos, embelesados por la belleza de la naturaleza que los rodea y que hoy es especialmente generosa.

Porche de entrada en la Corriente Blanca en la Bahía Blanca

De regreso ya a la realidad tras la visita oficial, la vida continúa en los campamentos avanzados.

En la Gran Barrera, se ha mejorado el camino de acceso al lago, que ahora se recorre en tan solo quince minutos. Se infla un primer kayak. La navegación es tranquila. ¡Qué distinta a nuestros desplazamientos en Bombard por los fiordos! Los científicos chilenos se activan: Giselle herboriza, Juan Pablo pone trampas para los insectos. Gonzalo y Vicente quedan extasiados a cada paso en estas zonas ricas en contactos entre distintas rocas y llenan sus mochilas de piedras. Por la noche no es posible establecer la conexión desde el campamento y Marcelo y Jean-François tienen que salir en bote para poder enviar las novedades. Sus esfuerzos se ven recompensados por una magnífica puesta de sol.

Navigación en kayak por el lago de la Gran Barrera

En el campamento Karst Norte, Yann, Lucas y Thomas dedican la jornada a prospectar por los soleados lapiaces. Tienen como objetivo llegar al sector situado justo encima de la cueva de la Punta Blanca, pero no llegarán. De camino, cerca de la sima Madame Café, que se había explorado anteriormente, les llaman la atención otros agujeros.

Se descienden dos simas, que no siguen, pero la belleza del paisaje compensa estos magros resultados. Ahora les toca a Denis, Lionel y David descender la sima del Casco. La cascada de cinco metros que marcó el punto final se baja rápidamente. Detrás, la galería continúa con las mismas proporciones, pero recorta, de repente, otra galería mucho más amplia: ¡es el esperado colector! La remontan por un tramo y luego siguen río abajo. La galería mide 25 metros de alto por más de 3 de ancho. La continuación es por ahí y eso les hace soñar, pero piensan en los compañeros y emprenden el regreso. Se reencuentran todos en el campamento. No se habla de otra cosa que de este importante objetivo, porque, está claro, van a regresar al día siguiente. Esta vez van con dos equipos de material de topografía y ¡pilas nuevas!

Lucas explora uno de las numerosas simas del sector del campamento Norte

Viernes 17 de febrero

Otro día que empieza sin lluvia...

El equipo del campamento del Lago va a recibir numerosas visitas. Primero llega el equipo de cine con Richard, ya que hay prevista una secuencia de botánica bajo la forma de un diálogo entre Richard y Giselle en el bosque magallánico situado cerca del campamento. El buen tiempo le permite a Gilles grabar planos con el dron incluso bajo el manto vegetal. Bernard y Natalia se reúnen con Marcelo, Vicente y Gonzalo para prospectar alrededor del lago, que se atraviesa con los dos kayaks inflables. Contrariamente a lo que nos hacían suponer las imágenes aéreas (en las que a veces las sombras engañan) el lago no llega hasta el pie del acantilado calcáreo. Para llegar hasta él habrá que realizar una dura marcha a través de la vegetación, para luego reseguir la pared hacia el este. Pero no se encuentran ni cuevas ni resurgencias. Un poco decepcionados, el equipo parte hacia el oeste, siguiendo el contacto entre la caliza y la arenisca, aunque sin resultados. Los grandes descubrimientos no se harán de este lado. El regreso al lago a través del bosque acaba por agotar a la tropa… menos a Vicente y Gonzalo que alucinan ante tal despliegue rocoso.

La última visita de cortesía es la de Carlos y Franck, que hacen de taxistas. Han iniciado su jornada regresando a la resurgencia de la Bahía Blanca, donde han colectado fauna cavernícola. Llegados al punto final anterior y aprovechando que todavía dispone de autonomía en sus botellas, Franck desenrolla unos veinte metros más. El conducto es enorme; realmente estamos en un colector principal. Pero la otra cara de la moneda es que las cosas se complican, porque cada vez se hace más profundo. Los buceadores llegan hasta los -30 m de profundidad, en un conducto que sigue bajando. Luego ponen rumbo a la resurgencia localizada en la orilla sur del Barros Luco algunos días antes. A pesar de tres días sin lluvia, mantiene un buen caudal. Carlos se echa al agua y desenrolla el hilo hasta una gran galería descendente llena de derrumbes. Tantea un poco para encontrar el mejor paso, ya que la zona es compleja y la visibilidad, muy reducida por la mezcla de agua dulce que sale de la cavidad y el agua de mar que entra. Numerosas plantas cubren la roca. Desenrolla unos 50 metros y se detiene en los -26 m antes de acometer el ascenso. Franck retoma la continuación y colecta con su redecilla ejemplares de fauna. Avanza un poco más allá del punto final precedente hasta la profundidad de -34 metros. El suelo está cubierto por un importante depósito de sedimento y parece que se ha alcanzado el punto más bajo. ¡Queda otro bello objetivo para futuras expediciones!

Otro equipo se dedica a explorar esta parte del Barros Luco. Serge, Anthony, Yannick, Ángel y José van a revisar las cuevas localizadas en 2006 al pie de la Gran Barrera. En aquella ocasión se vino sin material de escalada y no se pudo llegar a varias bocas. Ángel y Anthony se abren paso hacia la cueva del Poroto, llamada así por la forma de su entrada. Para llegar hasta ella escalan 20 metros. Se llega a una galería de la que sale un segundo resalte. Arriba hay una amplia sala cubierta de esqueletos de pequeñas aves y, al fondo, parte un meandro con corriente de aire. Exploran más de 250m y un desnivel positivo de 85 metros antes de llegar a una larga fractura que marca el término con los medios de que disponemos en la expedición.

Serge, Yannick y José parten hacia la cueva de los Delfines, explorada en parte el 2006. Yannick llega escalando a la derecha de la boca de la cueva. Se supera una vertical de 25 metros y otra de 17 metros, pero el conducto se cierra. Prosigue con la escalada que no había realizado el equipo del 2006 y llega a un bonito meandro activo hasta un paso por el que hay que meterse en el agua. Se busca, sin éxito, un paso alternativo. La exploración se considera terminada y se hace la topografía de esta nueva parte (unos 350 metros).

Yannick asegurado por José escala la boca de entrada de la cueva de los Delfines

De regreso se presenta un problema técnico: el tablero de madera sobre el que va montado el motor de los Bombard ha empezado a despegarse, lo que es un peligro. Bernard y Anthony regresan lentamente al campamento con el bote lleno de agua casi a la mitad. La avería es grave y no bastará con un simple bricolaje. Se desmonta el bote y se transporta por la tirolina hasta la base bajo la lluvia.

Por la tarde nos llegan noticias del campamento Karst Norte. Los seis espeleólogos han partido juntos según lo previsto a la sima del Casco. Mientras que Denis, Lionel y David topografían la parte explorada el día anterior, Yann, Lucas y Thomas retoman la exploración. Para superar un paso bajo hay que mojarse casi por completo… Detrás, el río sigue su curso, y se va ensanchando. Finalmente, la cavidad termina en un bello sifón terminal. En total, entre los dos equipos han topografiado casi 900 metros. La sima alcanza la profundidad de 203 metros y un total de 1.389 metros topografiados por más de 1.600 metros explorados.

Sifón terminal de la sima del Casco

Sábado 18 de febrero

Regresa la normalidad: la lluvia y un fuerte viento se abaten sobre el Barros Luco. Se pide silencio durante el desayuno de los más rezagados porque ¡estamos rodando! Con el Bombard en pleno proceso de secado como telón de fondo, Richard y Franck presentan las últimas colectas de fauna recogidas del fondo de las cuevas.

El secado del C5 reduce aún más el espacio vital del campamento base

Los ocupantes del campamento Karst Norte llaman por radio: tienen previsto desmontarlo todo y descender con el máximo de material. Hay que ir a buscarlos a las 15h al fondo de la Bahía Blanca.

A las 14:59h, el Bombard se adentra en la bahía, justo en el momento en que Yann, Lucas, Thomas, Denis, Lionel y David llegan cargados al máximo… y empapados. ¡Excelente coordinación de los contingentes! Tras las exploraciones en el karst aprecian el confort y calor del campamento base. Ha costado grandes esfuerzos construir este refugio, pero queda claro que es realmente indispensable para el buen funcionamiento de la de expedición y el mantenimiento de la moral de las tropas.

En el campamento del Lago, al sur de la Gran Barrera, también ha llegado la hora de desmontar. El pequeño Aerotech está bien cargado con las mochilas y va a remolque del C5. Marcelo pilota. La travesía del Barros Luco es complicada y tardan más de una hora en aparecer, finalmente, por el campamento, justo cuando otro equipo, preocupado por la falta de noticias en las últimas horas, había salido a su encuentro.

Un grupo de seis ha ido bajo tierra: Natalia, Serge, Ángel, Bernard, Yannick y Anthony retoman las exploraciones en la Cueva de las Tres Entradas. Los conductos se ramifican; escaladas y pozos marcan la progresión y hacen necesario el uso de mucha cuerda. La fuerte corriente de aire sigue presente, justo delante, y está claro que en los próximos días vamos a aumentar el desarrollo que, actualmente, roza los 2.000 metros.

Una de las magníficas galerías en conducto forzado de la cueva de las Tres Entradas

El regreso en bote se hace de noche bajo una intensa lluvia, a la débil luz de los frontales.

Pisco sour en mano, se conversa animadamente sobre estos increíbles días. Estamos encantados: nunca antes nuestras exploraciones en Patagonia habían producido tantos descubrimientos en forma de cuevas, simas o sifones. Nunca antes habíamos tenido tantas perspectivas de exploración abiertas para un futuro. Ha costado mucho esfuerzo, pero los resultados los tenemos.


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